Perdona la tardanza. Y la
caligrafía. Y las formas. El entrar sin llamar.
Por favor, perdóname. La falta de
imaginación me lleva a escribirte a ti. A describirnos a nosotros. Por dentro.
Desnudos. No me pidas derechos de autor. No denuncies mis licencias artísticas.
Siento que tengas que enterarte
así. Sin música, sin trucos, sin magia. En realidad, siento no sentirlo. Siento
que tengas que leer esta carta. Que me tengas que sostener otra vez entre tus
manos. Como en Highway 61, donde nació todo. Donde Bob nos bendijo.
Pido disculpas por cada reproche,
por escribirte cada día, por susurrarte al oído cada noche. Sé que no me oyes,
que no me lees, que no te pedí permiso. Que mis canciones siguen provocando los
llantos del vecino del último piso.
A él también le ruego que me
perdone. Aunque en el fondo me consuela saber que no soy el único que llora
nuestra relación. A pesar de las veces que le escucho gritar “deja de romperme
el corazón”.
Desnudo como un árbol en otoño. Muros
en la cabeza. Pánico escénico cuando subo a tus ojos a recitar mis poemas.
Acústicas taquicardias cuando tu mirada se tambalea.
Mi amuleto, mi talismán. Mi bendita fortuna, mi suerte. Las fotos del desván. La vida antes de la muerte.
Tus lágrimas tatuadas en mi piel.
Corriendo como la pólvora. La que se esconde entre las balas que ocultan tus
palabras.
Dos pistoleros, frente a frente,
disparando letras sin piedad, a quemarropa, tirando a matar. Un folio de por
medio. Su puntería imposible de esquivar.
Deslizándonos entre rayos. Cuando
soy mi propia víctima. Cuando soy yo el que está al otro lado. Terapia insana.
Ese espejo que me separa de mi reflejo, y que aún así siempre me gana.
Periódicos que anuncian el final
de la tercera guerra mundial. Nuestra despedida, la portada definitiva.
Te pido perdón por no perdonarte.
Por no perdonarme. Por no perdonarnos. Te pido perdón por no saber reaccionar
bajo presión, por no haber sabido recoger tus versos entre tanta explosión.
Conciliarme con tus besos entre cañón y cañón.
Definitivamente tus entradas son lo más. Justo cuando uno ya no "recuerda" tu blog, vienes y dejas un escrito tan bonito, como queriendo decir "Hey, por esto estás aquí".
ResponderEliminarMuchas gracias :).
Gracias por seguir compartiendo con nosotros tus historias, por dejar que nos deleitemos con tus palabras. Gracias por dejarnos ver una parte de ti, gracias por permitir que nos metamos en un mundo nuevo o quizás en uno diferente. Quizás deberíamos dejar de pedir perdón, y dar gracias por lo compartido.
ResponderEliminarSaludos!
El desamor duele, y tu lo describes con precisión.
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Me he enamorado de tu forma de escribir.
ResponderEliminarUna parte de mí se queda a vivir en tu blog para seguir leyéndote.