lunes, 14 de noviembre de 2016

Esquivando huracanes



Un amor que teletransporta. Hasta en ruinas. 

Un amor con música de fondo. Tú, mi artista preferida. Tu sonrisa, nuestra banda sonora. ¿Mis lágrimas? tan sólo tomas falsas. 

Cuando me sumergí inocente en tu océano sin saber nadar. Sin salvavidas. Cuando te adentraste valiente en mi cielo sin saber volar. Sin paracaídas. Cuando decidimos orbitar nuestras respectivas corazas.

No hay relaciones perfectas, sólo parejas que no se cansan de luchar. Y nosotros aprendimos a tiempo. Gracias a estas caídas, nos supimos amar. Gracias a esta infinita paciencia, nos supimos conocer. De verdad. Por dentro.

Que explote en confeti tu corazón. Por mí. Mi sueño.

Porque nadie me levanta como lo hacías tú. Nada me reconfortaba más que ayudarte a avanzar. Nos salvábamos mutuamente cada día.

Porque todos los caminos desembocan en ti, porque ningún día era malo si tú estabas ahí, porque la felicidad reside en verte sonreír.

Terminabas cualquier discusión con un mágico “porque te quiero, joder”. Cómo no enamorarme de ti.  Cómo no seguir así.

Una voz que paraliza. Que congela. Que acaricia los huesos. Una voz por la que ir a Saturno a por un anillo acorde al corazón que le acompaña.

Claro que lo recuerdo. Tú y yo. Cada atardecer. Alrededor de nuestra hoguera. Un incendio de compasión. Entrando en calor con cada suspiro. Esquivando huracanes. Desviando vendavales que pretendían apagarnos, susurrando que nos deseamos como nunca, que nos queremos como siempre. Nos encantaba reflexionar sobre la vida.

Y no sé por qué mezclo pasado y presente, si lo único que ambiciono es poder afirmar sin miedos en futuro. Contigo. Para siempre.

Tu mirada, una canción. Tus abrazos, una película. Nuestra relación, una eterna filmografía. Nuestra relación, una inmortal discografía.

Porque hoy no necesito metáforas para decirte literalmente que te amo. Porque hoy quiero que por fin entiendas que “sin ti, yo no”.  Que te necesito, X.




El Portaminas Negro