Corazones fundidos. Como
bombillas que dejaron de alumbrar. Hermosa esclavitud. Encadenado a tus labios.
Dependiendo de tu respiración. Hablando el idioma de los espejos. Los que
muestran rostros opuestos. Dos universos mudos que se entienden con sólo el
reflejo de sus ojos. Viajando más allá.
El arcoíris que enamora cada día
a este lluvioso corazón. La única que llena de notas mi pentagrama, de música
mi vida. Mi clave de sol. Mi única melodía.
Abandonado en el huérfano andén
de tu estación. Donde no pasa ningún tren. Se me escurren tus miradas como el agua entre los dedos. Se dispersan
como lágrimas en el mar. Estoy a un abrazo de derrumbarme. A un café de
reencontrarme con la inspiración. A un par de copas de escribirte esta declaración.
¿Me invitas a un último ataque de pánico? A un intencionado aislamiento. A una
eterna indecisión.
Nuestros cerebros tirando de
freno de mano. Días de autocrítica, de autodestrucción. Corazones derrapando. Cuerpos
que intuyen la próxima colisión.
Sueños calientes en camas frías.
Deseos llenos de esperanzas vacías. Historia de una intermitencia. Contrastes, memorias
de dos suicidas.