XXVIII
Y dos semanas
después, ahí estaba ella. Radiante, ¡cómo no! Tan hermosa como siempre. Con ese
gesto tan familiar. Con esa sonrisa que me enamoró tres años atrás.
Mi radar, aun rodeada
por un centenar, únicamente a ti detectó. Sólo tú en mi campo de visión. Tú y
yo, solos en el espacio y tiempo, por un instante, inmersos en una marea de
sentimientos.
Como una diminuta e
indefensa hormiga, a orillas del mar, intentando, bajo un despiadado tsunami,
nadar.
Un bombardeo de
emociones al blanco de mi corazón. Un millón de pensamientos acribillando mi abatido
cerebro. La rendición de mi alma tras tanto recuerdo.
Dos segundos que
simulan una eternidad, diez metros que distancian dos corazones abrazados, dos
desconocidos que juntos todo fueron pero nada son por separado.
Tú. Discreta entre
las demás, cambiando de nuevo mi vida. Tan insignificante para el resto, tan
imprescindible para mí. Luchando por desapercibida pasar, pero tu mirada, una
vez más, haciéndome soñar.
Pero cómo explicar
este dolor siendo yo quien renunció a tu amor.
Dejé de buscarte y entonces te encontré |
PD: La próxima vez prometo no salir corriendo.
.Parte 1.
El Portaminas Negro