LA ESCRITURA, LA FELICIDAD
Estar tumbado en el sofá, en modo off, escuchando tranquilamente "Don´t look back in
anger" de Oasis, con mi pijama largo de estrellas y por encima
echada mi caliente manta marrón, ya finalizados mis capítulos diarios (y, por
supuesto, repetidos) de una de mis series favoritas desde la infancia,
Friends, y de repente añorar esas frías y solitarias tardes en las que lo único
que te apetece es escribir un nuevo post en tu blog destinado a las maravillas de la vida. Pero esta vez condicionado por un gran inconveniente: no saber
sobre qué escribir. Así que emplearé este
tiempo en escribir sobre no saber qué escribir.
Porque a los que amamos la escritura no nos importa, por lo
general, hacer mención a un tema u otro, sino que disfrutamos redactando lo
primero que se nos pasa por la mente; nuestras ilusiones y temores, nuestras
alegrías y tristezas, nuestros sueños y límites, las dudas que rondan nuestra
cabeza y las soluciones que debemos emplear para terminar con ellas… Aunque,
sin duda, la mejor solución para todo, desde mi punto de vista, es escribir. En
el momento que te decides a empezar a escribir, ya con lápiz y folio en mano
(o, en su defecto, teclado y ordenador), te olvidas del resto del mundo y te
dejas llevar por la imaginación, realizando un extraordinario viaje por la
infinidad de tu fantasía. Ya lo dijo Alfred Hitchcock: “hay algo más importante
que la lógica: es la imaginación.”
Continúas en tu modo
off, con tus auriculares bien puestos
y la música al máximo, como empezaste, y escribes en el teclado como si de las
teclas de un piano se tratara siguiendo el compás de la música que te está
inspirando en cada una de las palabras que estás componiendo. Cada nota que
estás escuchando, cada acorde, cada cambio de ritmo es una letra que presionas,
un sílaba que creas, una palabra elaborada formando así de una espléndida
canción un improvisado párrafo.
Sencillamente te hallas aislado de la realidad que te acorrala, evadido de todos los compromisos y, sobre todo, por una vez, estás siendo tú mismo saboreando la auténtica libertad, tu viva imagen en la que tus emociones empiezan a cobrar vida y a salir a la luz después de llevar prisioneras en tu cuerpo tantísimo tiempo.
Análogo a esa esclavitud del alma que se presenta recluida en el cuerpo humano y a esas, como Platón las denominaba, ideas: modelos de belleza, verdad y justicia, que tan bien nos ilustra en su teoría de las ideas; aquéllas que se encuentran en otra región inteligible. Aunque nuestro respetado pensador defendía que para poderlas alcanzar es necesaria la muerte de la masa corpórea, yo le corrijo (irónicamente, obviamente, ¡faltaría más!) y asiento convencido que para alcanzar esas "ideas", que habitan en otra dimensión, simplemente hay que disponerse a escribir, momento en el que toma el control de tu vida la parte inmaterial de tu ser, tu interior, tu corazón. Lo que justifica que cuando estás dentro de tu conciencia escribiendo lo idóneo en ese preciso instante, estás, metafóricamente hablando, experimentando una desmaterialización de tu cuerpo (platónicamente razonado).
Sencillamente te hallas aislado de la realidad que te acorrala, evadido de todos los compromisos y, sobre todo, por una vez, estás siendo tú mismo saboreando la auténtica libertad, tu viva imagen en la que tus emociones empiezan a cobrar vida y a salir a la luz después de llevar prisioneras en tu cuerpo tantísimo tiempo.
Análogo a esa esclavitud del alma que se presenta recluida en el cuerpo humano y a esas, como Platón las denominaba, ideas: modelos de belleza, verdad y justicia, que tan bien nos ilustra en su teoría de las ideas; aquéllas que se encuentran en otra región inteligible. Aunque nuestro respetado pensador defendía que para poderlas alcanzar es necesaria la muerte de la masa corpórea, yo le corrijo (irónicamente, obviamente, ¡faltaría más!) y asiento convencido que para alcanzar esas "ideas", que habitan en otra dimensión, simplemente hay que disponerse a escribir, momento en el que toma el control de tu vida la parte inmaterial de tu ser, tu interior, tu corazón. Lo que justifica que cuando estás dentro de tu conciencia escribiendo lo idóneo en ese preciso instante, estás, metafóricamente hablando, experimentando una desmaterialización de tu cuerpo (platónicamente razonado).
Muchas personas cuando se encuentran ante situaciones "insostenibles",
para afrontarlas, recurren al alcohol, el tabaco, a encerrarse en su habitación
sin encontrar el momento oportuno para dejar de llorar, a salir a correr… Pero yo únicamente necesito soñar
refugiándome en mi eficaz medicina, mi droga sana: mi escritura. Y aquí debo
hacer mención a mi increíble amiga María (Sampi) que fue la que me iluminó y me
descubrió este apasionante mundo, ya que, aunque suene ridículo, yo era de los
que se encerraba en su dormitorio. Pero no sólo eso, sino que estoy convencido
de que a esas personas que se dedican a consumir sustancias perjudiciales les
iba a hacer mucho mejor abrir su caletre y exponer sus preocupaciones mediante
la escritura, la música, la poesía o similares que es lo que a la larga de
verdad te llena y te devuelve a la vida.
Y es que es maravilloso sentir como los que, en realidad,
están escribiendo este pequeño artículo son tus propios sentimientos en danza, repletos
de vida, y no tus obedientes manos. Es más, si de mí dependiera, no cesaría de
escribir ni un solo segundo, ya que nunca encuentro el momento oportuno para
dejar de escribir, y al mentalizarme de que se aproxima el final una repentina
impotencia recorre todo mi cuerpo. Porque sin la escritura soy un problema sin
solución y siempre me sabe a poco, por muchas horas que le dedique. Ya que realizando
esta mágica afición destapas sentimientos inimaginables para tu cerebro, ayudándote
a desenmascarar tu interioridad descubriéndote cada vez un poco más.
Muy posiblemente ésta no vaya a ser la mejor de mis redacciones
pero sí la más real, sincera y pura. Pero no sólo eso, sino que ha sido, como
se ha podido "palpar", con la que más he disfrutado y lo he hecho como
no lo hacía desde hace tiempo. Pero por desgracia, como todo lo bueno, tiene su
fin, pero he de acentuar que tampoco me inquieta porque intuyo que dentro de
muy poco nos volveremos a encontrar con otra nueva excusa por la que merezca la
pena escribir, aunque larga se haga la espera. Desde el segundo que escriba el
punto y final voy a estar considerando sobre qué va tratar la próxima en lugar
de, como he hecho en esta ocasión, improvisar y comenzar hablando de no saber
sobre qué cuestión discurrir.
Simplemente… eterno agradecimiento a la escritura, que una
vez más me ha hecho volar.
"Acababa de comprender algo muy importante: cuando se escribe, hay que abrir completamente las puertas a la vida con el fin de que se mezcle con las palabras y alimente la imaginación."
-Los ojos amarillos de los cocodrilos-
El portaminas negro.