Nosotros, la obra más cara de
mi poético museo
Convergence (1952). Jackson Pollock
Nuestra atrincherada guarida, aquel barco -en forma de banco- tan
exquisito. Cómplice y testigo de tus insaciables atracos, a beso armado, de mis indefensas
sonrisas. Sinceramente, desconozco escenario más enigmático.
Aún lo recuerdo. Cómo te desenvolvías con los cañones. Cómo luchamos,
codo con codo, contra viento y marea. Cómo combatimos por salir exentos de aquellos
despiadados abordajes.
“¡Menos mal que contábamos con un par de
salvavidas!”
En el fondo, debimos agradecérselo. Levantamos un nuevo navío. Completamente
blindado, infranqueable, insumergible. A prueba de piratas.
Batalla de Kearsarge y Alabama (1864). Édouard Manet
Pero qué bien bailabas entre balas. Qué bien nos escondíamos
bajo las sábanas. Qué bien te movías al compás de las olas que nos custodiaban.
Ganamos mil contiendas. Emergimos ilesos de toda vorágine. No se
nos resistía una sola tempestad.
Siempre salíamos reconfortados.
Nos creíamos invencibles.
Nunca quisimos tirar nuestro amor por la borda.
Pero finalmente ambos quedamos sin munición. Así la guerra terminó.
No hubo vencedores. No hicimos prisioneros.
Tenías razón, aquella pacífica retirada,
ciertamente, no fue una justa capitulación.
Ignoro cuadro más heroico que nuestras infinitas “mil veces
buenas noches”. Donde duele inspira,
ya sabes. Por eso lo observo cada vez que me dispongo a componer. En realidad, es
lo primero que contemplo al ingresar en mi huérfano camarote cada anochecer.
Pero tranquila, que aun soñando con un mágico Manet, jamás vendería nuestro anárquico Pollock. No sería capaz. Viví ahí dentro
los abismos más felices de mi teatral existencia. Sí, contigo. Gracias por tanto. Gracias por todo.
Negaré ante el mundo lo siguiente:
Que si de algo voy sobrado
es de falta de autoestima y que por eso te lo canto
sin tener que usar “te quiero”
a través de una metáfora,
ese ánfora que uso para resguardar mis miedos
a que un día las comprendas,
situación inaceptable.
Puede ser que esté viciado a que te cueste descifrarme.
Que si de algo voy sobrado
es de falta de autoestima y que por eso te lo canto
sin tener que usar “te quiero”
a través de una metáfora,
ese ánfora que uso para resguardar mis miedos
a que un día las comprendas,
situación inaceptable.
Puede ser que esté viciado a que te cueste descifrarme.
Cuando no me ves - Love of lesbian
El portaminas negro