domingo, 17 de septiembre de 2017

El camino

El polvo que levantan tus pisadas, no puedes dejarlo atrás. Te muestra el camino de vuelta. Por si las lágrimas del huracán borran su silueta. Nada te retiene aquí. Sabes que no regresarás. Siempre fuiste fiel a ti misma y aunque no vuelvas, en tus huellas, de reojo, te descubrirás.

Te fuiste sin despedirte. Tampoco tenías por qué hacerlo. Te prometí que no iría en tu busca, que no saldría a tu encuentro. Pero no sé en qué estaría pensando, sigo sin entenderlo.

Sólo me queda delirar profesándote feliz. Aunque sea en otro desierto, aunque sea en la distancia, aunque sea sin mí.

Sigue cabalgando. No mires atrás. Mi imaginación seguirá volando. Pero tu decidido caballo no te dejará retornar. Por mucho que te eche de menos, por mucho que encuentre en ti mi único hogar.

Nunca fui un buen jinete. Nunca supe conducir mis miedos. Eso te asustó y por eso decidiste huir sin ningún remordimiento. No te guardo rencor. Si pudiese controlar el frío y tu calor, no te estaría escribiendo, no estaría llorando, habría ido tras de ti asegurándome la salvación. Pero no interpretes en mis letras una rendición. Siempre tuve fe. Y aunque ahora vuelen los años, olvidarás los daños al escuchar esta canción.

Suelta la cuerda. No la lleves contigo. No la tenses más. Déjala por el camino. Sé valiente. Confía. Córtala si todavía no se ha partido. Ya me encargo yo de recogerla, ya intento yo pegar los trozos mientras escribo.

Tú sigue el olor de las estrellas, el ardor del Sol mientras puedas. No te pierdas en la noche oscura, aunque te veas desnuda y sientas que te duela. No estarás sola, podrás encontrarme en la arena. La que te acaricia el rostro cuando el viento sopla, la misma que a mí aún me quema. Que todavía sigo rendido en el camino.

En tu camino de vuelta. 

Vincent et le chat. Willy Ronis, 1955