Ella y yo, su idealización y mi
inspiración, encerrados, creando, en esta lluviosa habitación.
Rajando mis cicatrices para
bañarme en el sufrimiento que provocan tus recuerdos. Y todo por componer.
Ojalá supiese coser.
Me dicen que es muy negro lo que
escribo, yo les respondo que no concibo el amor de otro color.
Porque no imaginas lo que echo de
menos volar por tu mirada. Cuánto anhelo ser el piloto que ameriza cada noche
sobre tus lágrimas. Cuando era el avezado marinero que surcaba tus preciosos
ojos cada madrugada.
Si hubiésemos creado aquel reloj
que paraba el tiempo…
Cuando dejamos de querernos entre
los pétalos para perdernos entre las espinas. Cuando decidiste mudarte de
jardín. Cuando corrías detrás de otro capullo.
Y, entiéndelo, me sigo
castigando.
Lo que antes me dolía se
convirtió en mi única medicina. Lo que antes me curaba terminó siendo la más
cruel de las pérdidas.
Cansado del ron con lágrimas y ese sabor cada día más amargo. Cansado de mantener mi torpe corazón tambaleándose sobre el alambre como un inútil equilibrista. Cansado de hacer malabares para no acabar rendido en el barro.
Verás cuando no pueda volver a
subir. Verás cuando no queden tiritas.
Un acróbata residiendo en la vena
que unía nuestros corazones cuando me abrazabas. Con mi alma posada sobre las
manos, con la esperanza entre los dedos. Yo, tu circo.
Como las cuerdas de este
indefenso títere en tus expertas manos. A merced de tus caprichos. Como una
marioneta cuando alcanzas mis raíces.
El día que se me olvide hablar de
ti, el día que no le recuerde a cada rincón de Madrid los abrazos que ahí me
dabas, el día que mi portaminas no necesite escribirte cada segundo por última
vez, ¡ese día! habré saltado, por fin, del trampolín. ¡Ese día! ¡Ese puto día! habré
dejado atrás esta cómoda infelicidad.
Un pasaje del terror en mi
cerebro, una abandonada noria en mi corazón y tú mientras tanto disfrutando de
las viejas atracciones de mi oxidado interior.
Fin del espectáculo. Terminó la
función.
¿Mi último
deseo? Al menos, una fuerte ovación.
Fdo.: Yo, tu circo.
El Portaminas Negro