“Septiembre vendrá a buscarme
y aún no sé la lección
sobre saber comportarme al nacer
y en el adiós.”
Contraespionaje – Love of Lesbian
Eso éramos. Un precioso puzle de
dos piezas que congeniaban a la perfección. Que se complementaban como ningún
otro. Como nunca se había visto antes.
Teníamos imanes en nuestras
manos. Se entendían con solo rozarse. Encajaban sin que chirriase un solo
engranaje. Porque impedían que nos soltásemos, impedían que te dejase caer. Y
menos mal, porque mira que te gustaba asomarte a los acantilados, mira que te excitaba
caminar al filo del precipicio. Por cierto, qué bien te quedaba el papel de funambulista.
Una relación que pusimos de moda,
un amor que se podía encontrar de imitación en cualquier mercadillo, falsificaciones
idénticas de nuestra particular forma de entender la vida.
Como cada noche, cuando bromeabas,
exclamando sorprendida con ojos incrédulos, que la Luna se dedicaba a perseguir
nuestro coche. Hasta la puerta de tu habitación. Al fin tu corazón dejó de
hacer autoestop por las carreteras del desamor. Que las mariposas de tu
estómago ya no se ahogan con las tormentas de tu interior.
Por
fin me quitaste esa armadura tan pesada que no me dejaba volar, por mucho que
dijese que me protegía. Ya lo hacías tú. Mucho mejor.
Otra, por favor. Pero esta vez
hasta arriba. Bien cargada. Que ya he llenado suficientes de lágrimas. Ya he
colmado bastantes copas por hoy. Se desbordan como lo hizo el amor con sus
víctimas preferidas, nosotros, nuestras inseguridades, nuestros miedos.
Te imagino conmigo en cada rincón
que descubro. Te sueño a mi lado en cada ciudad a la que viajo. Porque cada
país mejora cuando pienso paseándolo de tu mano, abrazándote en cada puente,
besándote en cada farola. Dándole vida a cada banco, saboreando cada parque, jugando
en cada restaurante. Descifrando tus mejores sonrisas en cada capital, catando
tus mejores caricias en las hermosas noches de hostal.
No sé de qué tengo
más ganas, si de enamorarme de nuevo o si de desenamorarme de ti primero.
Porque ambos vimos la señal de
prohibido pasar y aún así nos la saltamos. Decidimos arriesgar. Prescindimos de
quitamiedos. Urgía desobedecer. Íbamos en dirección contraria.
Otra, por favor.
El Portaminas Negro